«Creo que frente a la página en blanco y al torbellino de ideas y palabras que nos desbordan, la responsabilidad y el compromiso son idénticos cuando se escribe para adultos o para niños. La diferencia está en la sonrisa. Porque escribir para niños es como un recreo en nuestro oficio permanente. Nos trae recuerdos de infancia, imágenes lejanas …
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